lunes, 13 de julio de 2015

LITERATURA Y SETAS



Dejo unos pequeños fragmentos donde destacados escritores hablan de setas. Está repleto de momentos literarios donde aparecen, he elegido cuatro bien distintos. El último para recordar que hay que conocer bien las setas que se consumen y que pueden ser mortales, incluso un veneno que el agudo asesino puede utilizar.


A media mañana hemos tenido que encerrarnos en casa otra vez. Se ha puesto a llover más fuerte. La gente dice que esta lluvia es muy buena y que saldrán setas. La mejor seta es el <ou de reig>, que se encuentra en los alcornocales. Tiene una pulpa tierna, viscosa y carnosa. Es excelente a la brasa. La acuosidad densa de la atmósfera, que da morosidad al cuerpo y al pensamiento, es propicia a la aparición de setas y a su rápida germinación.

El cuaderno gris. Josep Pla



...se presentó ante nuestros ojos una selva elevada, frondosa y espesa, formada de árboles de medianas dimensiones, que asemejaban perfectos quitasoles, de bordes limpios y geométricos. Las corrientes atmosféricas no parecían ejercer efecto alguno sobre su follaje, y, en medio de las ráfagas de aire, permanecían inmóviles, como un bosque de cedros petrificados. Aceleramos el paso. No acertaba a dar nombre a aquellas singulares especies. ...Cuando nos cobijamos debajo de su sombra, mi sorpresa se trocó en admiración. En efecto, me hallaba en presencia de especies conocidas en la superficie de la Tierra, pero parecían volcadas de un molde de dimensiones enormes. Mi tío les aplicó en seguida su verdadero nombre.
-Esto no es otra cosa -me dijo- que un bosque notabilísimo de hongos.
Y no se engañaba, en efecto. Imagínese cuál sería el monstruoso desarrollo adquirido por aquellos seres vivos tan ávidos de calor y de humedad. Yo sabía que el Lycoperdon giganteum alcanzaba, según Bulliard, ocho o nueve pies de circunferencia: pero aquéllos eran hongos blancos, de treinta a cuarenta pies de altura, con un sombrero de este mismo diámetro. Había millares de ellos, y, no pudiendo la luz atravesar su espesa contextura, reinaba debajo de sus cúpulas, yuxtapuestas cual los redondos techos de una ciudad africana, la oscuridad más completa.
Viaje al centro de la Tierra. Julio Verne.


Vosotros duendecillos,
que a la luz de la luna hacéis cercos de hierba amarga
que la oveja no quiere comer; y vosotros, que por diversión 
criáis hongos nocturnos…

La Tempestad. William Shakespeare.

Al parecer, la repentina e inesperada muerte de Geoffrey Denman había suscitado varios rumores. En resumen, la gente pensaba que ella había envenenado a su esposo.
Mabel se mostró muy incoherente, declarando que no había sido por nada, por nada en absoluto, como no fuese, naturalmente, por lo repentino del fallecimiento de Geoffrey. A la hora de cenar parecía encontrarse perfectamente y por la noche se puso muy enfermo. Naturalmente habían enviado a buscar al médico, pero el pobre Geoffrey falleció a los pocos minutos de su llegada. Su muerte fue atribuida a envenenamiento por haber comido setas venenosas.
En cuanto mencioné la muerte de Geoffrey Denman se puso a la defensiva, y me habló largo rato de las setas, las comestibles y las que no. Había interrogado a la cocinera, quien admitió que una o dos setas de las que preparó le parecieron "un poco extrañas", pero pensó que debían ser buenas, puesto que se las habían enviado de la tienda. Cuanto más pensaba en ello desde aquél día, más convencida estaba de que su aspecto no era normal.
La huella del pulgar de san Pedro. Aghata Christie.


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